sábado, 26 de mayo de 2012

Últimamente no pongo titulo a los poemas.

En el cuarto del pino hueco,
del pino noble, del pino viejo.
Junto a la lumbre y el olor a incienso,
bajo el lienzo de lino fino,
no se encubre el frío.
Allí, donde reposa el hombre noble,
el hombre viejo.
Tras las sombras de los suspiros,
y el duelo de los bronces vecinos
se acomoda el relente.
Junto al velón del albor ambarino,
del albor mortecino que ilumina el sitio,
donde plañen quienes velan los caídos,
al sentir de las campanas,
al olor del incienso,
al sollozo de los vivos…
tiznes de ceniza ungen las frentes.
Pan y vino en la escarcela y atrás,
por el camino que lleva,
al olvido de los presentes,
solo deja hedor de muerte.

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